Nuestros padres y madres para muchos de nosotros han sido el pilar de nuestras vidas, nos acompañaron desde que fuimos gestados, durante nuestros primeros pasos, nuestras primeras palabras, educación, enfermedades, y dificultades que se presentaron al pasar de nuestros años, incluso hasta nuestra vida adulta. En algún momento de sus vidas fueron jóvenes enérgicos(as), trabajadores(as) preocupados(as) por nosotros y con amor dieron lo mejor de sí para guiarnos y acompañarnos en esta vida. Quizás pudieron ser estrictos o no tanto, nos llevaron de la mano al colegio, nos aconsejaron, nos protegieron de enfermedades y estuvieron con nosotros cuando estábamos enfermos, o las veces que nos caímos y ellos nos levantaron.

Creo que muchos nos acordamos de algún paseo, o de alguna vez que tuvimos miedo y ahí estuvieron. O la paciencia que nos tenían cuando nos costaba aprender algo, pero con
paciencia y cariño lograban sacarnos adelante. Con mucho amor se ocuparon de nosotros
y lo hicieron incondicionalmente.
Nosotros no nos acordamos cuando aprendimos a caminar, o cuando dijimos nuestras
primeras palabras, pero estoy segura de que ellos si se acuerdan de lo hermoso que fue
porque fueron nuestros primeros logros acompañados por ellos.

Sin embargo, ha pasado el tiempo y es momento de preocuparnos y ocuparnos por ellos, ya que, el periodo etario del adulto mayor los lleva a cuestionarse muchas cosas, entre las cuales están, el sentir que ya no son útiles, que no tienen energías, que son una carga, etc. Todo esto puede llevarlos a un camino descendente donde comienzan a sentir que se apagan. A muchos de nosotros nos ha tocado ver en sus caras la decepción con ellos(as) mismos(as). El coaching para el adulto mayor, les ofrece descubrir que en la vida que les queda por delante pueden seguir brillando cada día y florecer de una manera diferente.