Por Catherina Lecaros Carreño.
El liderazgo presenta un gran desafío: ser estratégico sin descuidar la gestión diaria. El líder debe alcanzar metas junto a su equipo de trabajo, compuesto por personas con estilos conductuales variados, diferentes edades, intereses y problemáticas. Esto hace evidente que liderar no es una tarea sencilla. La complejidad aumenta si el líder no está preparado para gestionar a sus colaboradores desde la inteligencia emocional.
En la actualidad, resulta imprescindible contar con formación para liderar un equipo, ya que de ello depende el logro de las metas y objetivos organizacionales.


El líder no solo forma parte del equipo, sino que su principal rol es obtener resultados. Para lograrlo, necesita un grupo entrenado, alineado, comprometido, colaborativo y motivado. Este es precisamente el desafío que debe asumir como su responsabilidad.
Un líder que ha desarrollado su autoconocimiento, autogestión y autocontrol, guiado por valores fundamentales como el respeto, la honestidad, la confianza, la justicia, la equidad y la responsabilidad, tendrá mayores posibilidades de formar un equipo de alto rendimiento en un ambiente laboral positivo.
Es importante recordar que el liderazgo no solo es innato, también se puede desarrollar. Sin embargo, la base de este proceso radica en el deseo de formarse, en la actitud para aprender y en la perseverancia. Al observar los resultados positivos de ser un líder, y no solo un jefe, el camino del liderazgo se recorre con mayor fluidez y satisfacción.
